lunes, 27 de octubre de 2008

Trabajos de clase.

Carta de amor.

Querida Blanca:
Llevo mucho tiempo dándole vueltas a esto... La verdad es que no sé como decirtelo... Me gustaría que supieras que desde aquella tarde juntos en el parque, estoy locamente enamorado de tí.
Es que tienes unos ojos preciosos y una sonrisa perfecta. Tu dulzura es más rica que la miel, y rn mi corazón está grabada tu imagen. Quisiera estar contigo, pasar el resto de mis días a tu lado y no separarme nunca de tí. Espero el día en el que tú me digas que sientes lo mismo, ese día... Me harás el chico más feliz del mundo, Te quiero, y siempre te voy a querer Blanquita.

Un beso de tu enamorado.

Javier. Ferrol, 26 de Septiembre de 2008.






Cuento desde una perspectiva diferente.

Caperucita roja.

Es domingo, nueve de la mañana, suena el despertador más molesto que nunca. Es otro de mis aburridos días en casa y decido dar una vuelta. Por cierto, no me he presentado, me llamo Lupus y soy un lobo. Me acabo de mudar a una casita en el bosque que acabo de comprar. Aclaro que no escogí una buena inmobiliaria, me han cobrado un pastón por una casa que apenas tiene una habitación. Es muy pequeña, con un solo dormitorio, una cocina y un baño. Bueno, creo que me desvío del tema, estaba a punto de salir por la puerta.
Este bosque aún no lo domino, ando algo perdido. Estos caminos tienen de todo, desde que he llegado no he hecho otra cosa que probar el suelo, me he tropezado y caído más de un millón de veces. Creo que nadie ha gastado tanto en tiridas como yo, soy el mejor cliente de la farmacia "la familia ardilla". Mi casa está algo apartada, en el claro del bosque, y todavía no he conocido a ninguno de mis vecinos. En la farmacia me han dicho que tengo un vecino que es cazador y tiene muy malas pulgas, que no le gustan los lobos y su deporte favorito es cazarlos. Creo que si hiciera un pastel, no sería al cazador de mi vecino al primero que se lo llevaría.
Hablando de pasteles, que hambre tengo! Es que ahora que lo pienso, todavía no he desayunado, y es que mi nevera está un pelín vacia, y no es que yo sea sibarita, pero una buena niña tiernecita llenaría bien mi barriguita.
Oh, la la! Que ven mis ojos, qué será aquel puntito rojo? Me voy a acercar despacito, no quiero que me vea, me esconderé detrás de los árboles.
Anda! Es una niña con una capa roja! Creo que se me acaba de ocurrir un plan para curar mi hambre y entablar buenas relaciones con los vecinos...
-Hola niña! Me muero de hambre! No tendrás en tu cesta a algún fiambre?
-Pero qué dices? Estás loco? Yo aquí solo llevo pastel de coco!
-Bueno disculpa, estaba bromeando, yo solo estaba por aquí, paseando.
-Ah bueno, pensaba que hablabas enserio...Me voy, me voy que llego tarde!
-Espera niña, quién eres? Y...a dónde vas?
-Qué maleducada soy, me llamo Caperucita Roja y voy a casa de mi abuelita a llevarle la merienda.
-Yo soy Lupus. Y hoy es tu día de suerte, voy a enseñarte un atajo hasta casa de tu abuelita, y para demostrártelo, tú irás por el camino corto y yo por el largo, a ver quién llega antes.
-Oh, que bien! Muchas gracias! Hasta ahora!
Ingenua niña...no se dio cuenta de que le he mentido, que lo que en realidad hice, fue mandarla por un largo camino.
A veces me sorprende lo listo que puedo llegar a ser.
Ahí esta la casa! Entremos, ya me tarda una buena merienda...(Ñam).
El lobo entra...muy astuto, y esconde a la abuelita en el armario, después de amordazarla y cogerle sus vestimentas.
Me vestiré de la abuelita para engañar a la niña...
(Toc! Toc!)
-Se puede abuelita?
-Sí hija sí! -dice el lobo cambiando su voz...
Caperucita se acerca para saludarla pero...
-Abuelita! Qué ojos más grandes tienes!
-Son para verte mejor...
-Abuelita! Qué orejas tan grandes tienes!
-Son para oírte mejor...
-Abuelita! Qué nariz más grande tienes!
-Es para olerte mejor...
-Abuelita! Que..Que boca más grande tienes...
-Es para comerte mejor!
El susto de Caperucita fue increíble, y es que entre sus gritos y los golpes de la abuelita golpeando el armario, en seguida el cazador se dio cuenta de que algo pasaba, y apareció allí en un instante, antes de que al lobo le diera tiempo de comerselas.
(Pam! Pam!)
El cazador disparó sin intenciones de darle al lobo, solo de asustarlo. Rápidamente cogió unas esposas y se lo llevó...
Caperucita y su abuelita se sentían tan agradecidas, que decidieron invitar al cazador a merendar con ellas. Todos acabaron felices y contentos, excepto el lobo, que se quedó tras las rejas.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.